domingo, 6 de octubre de 2019

Todo estaba escrito: los extraterrestres de la catedral, segunda parte.


Ha llegado el momento de esclarecer algo que seguro que muchos desconocéis. Todos sabéis  el revuelo que se creó cuando dimos a conocer la existencia de los extraterrestres en lo más alto de al archivolta superior de la Puerta de los Reyes de la Catedral de Palencia, tanto que tuvieron que salir las autoridades a dar su versión sobre la existencia de esas figuras. Ellos los llamaron “aliens”, así es como les gusta referirse a ellas afirmando que fue un “capricho” que se permitió colocar en ese lugar en los trabajos de restauración, esa fue la versión oficial que también la mayoría conocéis. Sin embargo, había algo que no encajaba en el rompecabezas, y es que tanto antes de conocerse esa versión oficial como después varias personas de más de 80 años me aseguraron que de pequeños habían visto representaciones similares en ese mismo lugar, que incluso les llamaba tanto la atención siendo niños que pasaban por ese lugar precisamente para verlos. Fue algo que  me  asombró, incluso más que el silencio que tuvieron las autoridades hasta que se vieron forzados a hablar en los medios de comunicación sobre ello, y como digo, a afirmar que esas figuras se habían realizado y colocado allí durante los trabajos de restauración.

Yo tengo la costumbre  siempre de escuchar a  todo el mundo y con atención, así es como se aprenden muchas cosas, pero a la vez que lo escucho pienso en todo lo que me dicen. En este punto quiero recuperar lo que se decía literalmente en  el texto del proyecto de restauración de la Puerta de los Reyes de la Catedral de Palencia, algo que ya comenté en su momento en una de las entradas de este mismo blog. Lo que se decía era lo siguiente:
“En los lugares en los que haya que colocar piedra natural, los canteros deberán cincelar la materia prima para que tenga las mismas formas que tenían las originales. En el caso de que no esté documentado no se harán nuevos adornos. Sólo se pretende una mejora de chapa y pintura, pero nada más.”

Como habréis podido leer el texto es bien claro, no se harían nuevos adornos a menos que no estuvieran documentados. Aquí es cuando de nuevo surgió la pregunta, si realmente se hicieron como contaron las autoridades es que necesariamente tenían que estar documentados y lo que conocía era simplemente el testimonio oral de esas personas que así lo afirmaban.
Fue en ese punto donde como siempre empecé a indagar, y otra vez la respuesta la terminó dando quien además de escultor y maestro era un genio. Seguro que ya sabéis a quien me refiero, se trata de Victorio Macho.

Quiero que os fijéis detenidamente en la siguiente imagen, prestadla mucha atención antes de continuar leyendo:


Ese dibujo aparece en la portada de la obra  titulada “Pícaros y Donosos” del poeta Marciano Zurita, nacido en Palencia el 2 de noviembre de 1887 y fallecido en Madrid el 26 de enero de 1929. Se trata de una obra de sonetos publicada en 1916, siendo el autor de su portada  el propio Victorio Macho.


Si habéis prestado un poco de atención a la imagen enseguida habréis reconocido al gran maestro escultor Victorio Macho ataviado con capa y sombrero, es la figura que más resalta en esa portada, encontrándose posicionado justo  delante del acceso a una puerta de entrada que es iluminada por un farol. Con seguridad todos habéis visto lo que hasta ahora he relatado, ahora bien, hay un dicho que dice “pon algo a la vista de todos y nadie se dará cuenta”. Es precisamente lo que en la mayoría de las veces sucede, que no nos damos cuenta de lo que tenemos ante nuestros propios ojos. Prestad ahora de nuevo atención y fijaros en la zona inferior de la portada, allí aparece el título de la obra en un pergamino enrollado que es desplegado. Fijaros en la parte izquierda de ese pergamino ya que en ella está representada la figura de un hombre con expresión temerosa en su rostro, y ahora tenéis que desplazar la mirada hacia la parte derecha de la imagen, se trata de otra figura también con cuerpo humano muy similar a la primera, pero mirad a su cabeza, nada tiene que ver con la de un ser humano, es muy similar a la de un reptil o una serpiente, una figura reptiliana en un libro de 1916 precisamente dibujada por Victorio Macho, el genio que lo sabía. 


¿Recordáis ahora las figuras premesopotámicas con rasgos reptiloides datadas de hace unos 7000 años? Seguro que sí y seguro que os empezáis a dar cuenta de todo: “En el caso de que no esté documentado no se harán nuevos adornos”.


Fijaros en otra cosa más, la figura con rasgos reptilianos sostiene el inicio del pergamino mientras que la figura humana no llega a sujetar el otro extremo sino la parte del pergamino todavía enrollado. Es una genial representación metafórica de la historia, tememos lo que está escrito puesto que no es lo que nos han contado y somos incapaces de ver lo que todavía está por escribir, por eso la expresión de terror en la persona que sostiene el pergamino, haciendo ver a la vez que se esconde tras él como queriéndose ocultar de este ser. Sin embargo, realmente a nada hay que temer.

Por lo tanto,  en el año 1916, una  figura con rasgos reptiloides aparece perfectamente visible en una obra de Victorio Macho, y es que Victorio Macho lo sabía, al igual que esas personas de más de 80 años que me aseguraron una y otra vez que de pequeños habían visto ese tipo de figuras.
Simplemente “TODO ESTABA ESCRITO”, pero de tal manera que solo lo vieran aquellos que sabían mirar y ver.

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