domingo, 11 de octubre de 2015

El auténtico San Antolín y los cerros de Palencia, el primitivo origen de nuestra ciudad.



Como recordaréis en mi artículo titulado “Que en el fondo de la cueva he penetrado: Los cerros de la catedral, cuando la historia va mucho más allá de lo que nos han contado” se dejaron sin responder varias preguntas, ¿es verdad la historia que nos han contado? ¿realmente existió una cueva? , ¿qué hace San Antolín en el Barredo Viejo?



Todo parte de lo representado en un antiguo fresco del siglo XV situado en uno de los laterales del coro de la catedral de Palencia y del estudio efectuado en los cerros situados en las proximidades de la ciudad de Palencia. En anteriores artículos he hablado de las ermitas, o mejor dicho, antiguos eremitorios excavados en las cimas de los cerros , de cómo el cerro de Barredo Viejo fue desmontado por desgracia recientemente, del estado de abandono absoluto en el que se encuentra la ermita de San Juan situada en la cima del cerro del mismo nombre, o de la ermita de Santa María del Otero, único vestigio del antiguo santuario circular que se encontraba en la cima del cerro del Otero, sobre la cual se levanta la imponente escultura del maestro escultor Victorio Macho, el Cristo del Otero, de 20.20 metros, exactamente la misma altura que tiene la esfinge de Guiza. De igual manera, y para finalizar con un resumen breve de lo mencionado en anteriores artículos, hay que hacer referencia a las alineaciones astronómicas de los cerros y de la catedral de Palencia, el cerro de San Juanillo así como la catedral de Palencia están orientado de tal manera que señalan la salida y puesta de sol en los solsticios de verano y de invierno, ambos coincidiendo con las dos celebraciones de San Juan, y la correlación que existe entre los tres cerros y la posición de tres de las estrellas de la Osa Mayor, Mizar, Megrez y Alioth, siendo la más brillante esta última, y como de igual manera el cerro de Barredo Viejo y el del Otero señalan prácticamente con total precisión el eje norte-sur.

Una vez realizado este breve resumen, ha llegado la hora de intentar dar respuesta a las preguntas planteadas en un principio. El cerro de Barredo Viejo ha desaparecido prácticamente en su totalidad, por lo que si quería tener un testimonio en primera persona de lo que allí se podía ver, necesitaba el de algún vecino que hubiera presenciado el desmonte del cerro, y por azares del destino ese testimonio llegó a mi conocimiento, y no podía ser más enigmático y sorprendente.

Placa colocada en el lugar donde se levantaba el cerro de Barredo Viejo

Ese testimonio dice lo siguiente:
“Vivo en Barredo hace 8 años y puedo asegurar que esa pirámide era especial,  y además la obra se paralizó un mes porque habían encontrado esqueletos, de lo que no se informó a nadie, después se reanudó como que no había pasado nada. Quiero decir que fue una obra muy complicada porque ni las excavadoras podían con el otero, estaba lleno de cristales o yeso natural, vamos era una fortificación y quién sabe si había sido una tumba en el pasado”.

El testimonio no puede atraer más la atención, precisamente en el cerro en el que aparece representado San Antolín siendo martirizado en el fresco de la catedral de Palencia es donde según ese testimonio fueron encontrados esqueletos. Esto era algo que debía ser estudiado, para tratar de saber qué es lo que se escondía realmente en ese cerro.

Existe un dato perfectamente contrastado, que no es otro que el hallazgo  en la ladera del cerro del Otero de un antiquísimo cuenco de cerámica. Apareció, sin que se conozcan las circunstancias concretas, en un lugar de la ladera del Cerro del Otero, junto a la capital palentina, en una zona donde en un tiempo hubo tejares. Al cuenco ya le faltaba un fragmento del borde cuando fue hallado, habiendo sido restaurado en el laboratorio del Servicio de Investigaciones Arqueológicas de la Diputación de Barcelona. Tiene una altura de 4,5 centímetros y su diámetro es de 12,5 centímetros, estando datado en la edad de bronce antiguo, hace unos 4.200 años, es decir, superando en unos 2.000 años la antigüedad de la Pallantia romana.



Se trata por lo tanto de una prueba confirmada y datada de la presencia humana en el cerro del Otero hace 4.000 años. ¿Pudiera este hallazgo tener relación directa con el testimonio aportado por un vecino sobre los esqueletos encontrados en el Barredo Viejo?

Había que seguir investigando para ver si tal relación existía, y para ello había que seguir indagando en los orígenes de nuestra ciudad, remontándonos a una época antiquísima, viajando en el tiempo 4000 años atrás, toda una inmensidad. Debía encontrar una fuente con la que pudiera confirmar la existencia de tales esqueletos, que si estuvieran datados en la misma edad que el cuenco encontrado en la ladera del cerro del Otero, corresponderían a los habitantes más primitivos de nuestra ciudad, a los palentinos de hace  4 milenios, y según se afirmaba en el testimonio de ese vecino, dicha fuente no la encontraría en la actualidad, por lo que debía buscar en alguna fuente histórica del pasado de nuestra ciudad. Tras realizar ese proceso de búsqueda, detecté un documento que corresponde a la primera mitad del siglo XX en el que se habla de manera muy  clara de los orígenes primitivos de nuestra ciudad, y citada fuente no podía ser más esclarecedora, en ella se dice lo siguiente:
“La situación de Palencia prehistórica no ha variado sensiblemente desde el inicio sedentario, puesto que en el subsuelo de la actual ciudad y en sus cercanías se encuentran restos, como dos sarcófagos excavados en troncos de árboles petrificados, con sus sendos esqueletos, fósiles también, siendo lamentable que en su día no fuesen debidamente recogidos y estudiados antropológicamente, lo que hubiera dado una gran luz sobre la raza primitiva palentina, ya que esa forma de sepelio corresponde a una remotísima antigüedad y no tiene precedentes en las costumbres sepulcrales ibéricas”.

Lo que se afirma en esa fuente impresiona, se habla de esqueletos enterrados en troncos de árboles completamente fosilizados sin precedentes en las costumbres sepulcrales ibéricas encontrados en las cercanías de la ciudad de Palencia, y que por lo tanto corresponderían a los restos humanos más antiguos encontrados en nuestra ciudad. Pero, ¿está directamente relacionado el hallazgo de estos esqueletos en las proximidades de Palencia con la localización de los cerros de Barredo Viejo, cerro del Otero, y cerro de San Juanillo?

Tenía que seguir investigando al respecto, y aquí hay que aclarar una cosa que seguro que es desconocido para muchas personas, cuando se habla de pirámides, a la inmensa mayoría de las personas  les viene la memoria las pirámides de Egipto, de base cuadrada y construidas mediante bloques de piedra, por lo que en un principio nada tienen que ver con la imagen de los cerros de nuestra ciudad que todos estamos acostumbrados a ver. 

Llegados a este punto, quiero recoger las palabras que Jesús Torrellas expuso en una entrevista realizada por la 8 de Televisión Palencia, que son las siguientes:
“El Cristo del Otero tiene un componente esotérico que prácticamente nunca se ha tocado y es muy acusado. Primero hay que tener valor para sacar esto a la luz, porque igual que vas a tener muchos amigos, también va a haber detractores. Es una estatua única a nivel mundial, en el planeta hay cientos de cristos, sin embargo ninguno de las características del nuestro, y el lugar en el que está. La imagen del Cristo está enclavada en lo que siempre nos han dicho que es un cerro testigo, geológicamente hablando, pero ahí habría muchos matices. Yo he contactado con bastantes geólogos, gente de mucho prestigio y me dicen que los dos cerros no son cerros testigos porque geológicamente sería imposible, se hubieran venido abajo con el paso de los millones de años. Entonces qué pasa, estamos hablando de dos puntos, como hay más en España, en Liérnagues en Santander, en Robledo de Chavela en Madrid, en Jaén, sitios que no corresponde su geología a que todavía estén en pie digamos. ¿Cuál es mi teoría y la de más gente? Que estamos hablando de unos cerros que tienen su componente artificial, es una colina de caliza que es imposible que aguante millones de años donde está con lluvias, hielos, nieves, sequías, tormenteras… “



De nuevo vuelve a aparecer la figura del Cristo del Otero, siempre presente en la ciudad de Palencia, y esta vez se menciona con total claridad que los cerros tienen su componente artificial, y aquí es cuando quiero hacer la siguiente aclaración, además de existir las por todos conocidas pirámides de piedra de base cuadrangular, también existen otras construcciones denominadas túmulos. Los túmulos se caracterizan por ser construcciones de base circular en forma de cono, en muchísimos de los casos realizados directamente en tierra, y aquí es cuando ya aparece una relación directa de este término constructivo con los cerros de Palencia, por lo que surge una nueva pregunta, ¿pueden ser túmulos los cerros de Palencia? 

Comparativa del túmulo tumba del rey lidio Alyattes y el cerro de San Juanillo
Se trataba de una nueva pregunta a la que dar respuesta, y en esta ocasión recurrí a lo que el Maestro escultor Victorio Macho había dejado escrito en la mayor de sus obras, el Cristo del Otero. En anteriores artículos había hecho referencia a la pirámide dibujada sobre el corazón de la escultura coronada por un círculo dorado que hacía referencia a la pirámide y a la estrella Alioth, también había mencionado que dentro de la pirámide aparecía dibujada la cifra 666, siendo exactamente 666 teselas las que componen el contorno del corazón y las espirales que lo rodean, pudiéndose al mismo tiempo trazar una línea que mida 666 metros y que una la cima del cerro del Otero con la cima del cerro de San Juanillo. Pero aún queda una cosa más por analizar, que también pasa desapercibida para la mayoría de las personas si no se mira con atención hacia él, y son precisamente esas espirales.
Corazón original del Cristo del Otero antes de la "restauración"
 ¿Qué es lo que se observa en ellas? Tan sólo se puede explicar si se conoce el símbolo celta denominado Triskel, el cual posee tres brazos o ramas, cada una terminada por una de esas espirales, exactamente de la misma forma que las que Victorio Macho dibujó en el corazón plasmado sobre el pecho del Cristo del Otero. Ahora bien, cuál es el mensaje que transmiten esas espirales. Al igual que el resto de los mensajes implícitamente escritos por Victorio Macho en el corazón de su obra maestra, ese mensaje está directamente relacionado con las pirámides de Palencia, los cerros del Otero, de San Juanillo y de Barredo Viejo,  con el hace referencia a la cultura celta, y quizás si indagara en esa cultura encontraría una explicación a por qué Victorio Macho hizo una referencia directa a la misma, así que de nuevo comencé a investigar este nuevo interrogante.


Triskel

En la obra “Los celtas y la civilización céltica” de Henri Hubert, se dice lo siguiente:
“En la primera época de la Edad de Bronce llegaron a las islas Británicas, viniendo del continente, gentes muy bien caracterizadas. Mientras los neolíticos (entiendo con esto también todo el comienzo de la Edad de Bronce) eran dolicocéfalos de tipo Mediterráneo, que construían para sus muertos, o por lo menos para los más distinguidos de entre ellos, unos túmulos con cámara funeraria, long barrows, túmulos largos, en los que se hallan a veces esos curiosos vasos campaniformes adornados con fajas a distancias regulares y cubiertas de motivos grabados o impresos, del tipo más sencillo y más clásico, los recién llegados son de un tipo de enterramiento distinto y tenían otras costumbres funerarias.
Enterraban a  sus muertos bajo túmulos circulares (round barrows), en fosas donde el cuerpo estaba replegado y colocado sobre uno de sus costados y que tenía un enlosado de piedras o una construcción de madera; más tarde, los incineraron. En sus fosas había vasos campaniformes, pero del tipo reciente, en los que se separa la panza del cuello, o vasos derivados de esta última forma.

Pero, ¿de dónde venían esos invasores? Los vasos campaniformes y sus formas muy antiguas, se encuentran en Sicilia, Cerdeña, Italia, pero sobre todo España y es costumbre considerarlos originarios de aquí.
Dos de los vasos encontrados en Bretaña eran las urnas de una sepultura de incineración, otros dos se encontraban en su túmulo al lado de esqueletos extendidos sobre su espalda, uno de los esqueletos estaba encerrado en un ataúd de madera.”

Las similitudes que aparecen en este texto con lo encontrado en Palencia son asombrosas, en primer lugar se habla de una época en concreto, la Edad de Bronce, exactamente la misma Edad de la que data el cuenco hallado en la ladera del cerro del Otero. En segundo lugar se habla de una forma de enterramiento muy concreta, el enterramiento bajo túmulos circulares, exactamente la misma forma de los cerros de nuestra ciudad, mencionando al mismo tiempo que en las fosas aparecían vasos campaniformes, justo del mismo estilo al que pertenece el cuenco hallado en el cerro del Otero, pero se va más allá aún, y se dice que es típico considerar  los vasos campaniformes como originarios de España, justo donde se encuentra Palencia, y por si todas estas similitudes fuesen pocas, se menciona que en esos túmulos se encontró uno de los esqueletos enterrado en un ataúd de madera, exactamente la misma técnica de enterramiento que la descrita en el libro referente a la historia de nuestra ciudad, en el que se habla de dos esqueletos fosilizados enterrados en troncos de árboles también fosilizados.
Ahora es cuando todo comienza a estar relacionado, todo comienza a tener sentido, también el testimonio de ese vecino que observó el descubrimiento de los esqueletos en el cerro de Barredo Viejo durante sus labores de desmonte. Seguro que recordáis las dos figuras gigantes representadas en el grabado del siglo XIX elevándose en lo alto de la ciudad primitiva de Palencia, las dos figuras representan dos antiquísimas personas que vivieron en nuestra ciudad hace miles de años, personas muy destacadas  y que por ello fueron enterradas en dos de los túmulos de nuestra ciudad, por eso la leyenda del Cristo de oro de Doña Berenguela, por eso toda la zona era denominada en la antigüedad como Bosque Sagrado, por eso la construcción de dos grandes Santuarios en lo alto de las cimas del cerro del Otero y de San Juanillo, por eso los cerros fueron representados en los frescos del lateral del coro de la catedral de Palencia, porque siempre fueron considerados lugares sagrados, porque en ellos está el origen de nuestra ciudad.


La historia, la verdadera historia de Palencia, fue alterada y tergiversada con el paso de los siglos, el eje de la Cripta de San Antolín, y por lo tanto el eje mayor del crucero de la catedral de Palencia, tiene la misma orientación que el eje que señala el camino de menor pendiente a la cima del cerro de San Juanillo, y hay una similitud más, el copatrono de Palencia es San Juan, teniendo lugar los solsticios siempre en las fechas en las que se celebran la festividades de San Juan, siempre en torno a los solsticios de verano y de invierno, los 21 de junio y 21 de diciembre de cada año.

Y de todo ello proviene la leyenda de la Cripta de San Antolín, de todos es conocida su leyenda, que estando el rey Sancho III de cacería, observó a un jabalí esconderse en una cueva, y al ir a cazarle se le paralizó el brazo, apareciendo los restos de San Antolín en ella, y por ello se construyó a continuación un templo dedicado a San Antolín. Pero resulta que San Antolín está representado en una cueva en el fresco de la catedral, bajo el cerro de Barredo Viejo, por lo que el auténtico San Antolín no es el que nos han dado a conocer, sino que data de una época muy anterior, sus restos fueron encontrados en uno de esos antiquísimos enterramientos bajo esos túmulos, bajo esos cerros palentinos que siempre hemos tenido a la vista, pero que nunca nos hemos parado a mirar con atención, a excepción de alguien que lo sabía hace muchos años, a excepción de un gran escultor que dejó su mensaje escrito en su mayor obra, a excepción del Maestro Victorio Macho, que conocía perfectamente la verdadera historia de nuestra ciudad, y que la dejó escrita en el Cristo del Otero para que fuese leída por aquellos que saben leer, puesto que la historia escrita en piedra es la que jamás se borra, y perdura al paso de los años.

Para terminar este nuevo artículo, le quiero finalizar con un verso de A. Garrachón Bengoa mencionados en una publicación anterior, pero que seguro que después de este artículo os transmiten de forma clara el verdadero origen y la verdadera historia de nuestra ciudad:



Y dejad que me arrodille y me humille

ante un resto de otro pueblo más creyente,

que llevó su fe en la frente

ensalzando la clemencia omnipotente.

Que en el fondo de la Cueva he penetrado

y creyente me he sentido

y en el brazo del rey Sancho he meditado

y un momento me he creído

que quedó paralizado…

Que en el fondo de la Cueva he penetrado.

CONTINUARÁ

 ARTÍCULO RELACIONADO: En el cielo estaba escrito: la clave.

domingo, 23 de agosto de 2015

El abandono del arte en Palencia, el monumento funerario de la Huerta de Guadián.

Seguro que la mayoría conoceís el grupo escultórico que todos los que acceden al céntrico parque de la Huerta de Guadián pueden ver a mano derecha, desde su parte posterior. Si se avanza un poco más, es cuando ya se observa el monumento en todo su esplendor. Muchas veces se ha oído que las figuras que constituyen el mismo carecían de brazos como si de un estilo artístico se tratase. Sin embargo, la historia de este conjunto escultórico va mucho más allá, y tan sólo nos tenemos que fijar con detalle en él, porque como siempre sucede, las piedras hablan por sí mismas.
El monumento se trata realmente de una escultura funeraria trasladada desde el antiguo cementerio municipal, ubicado en lo que hoy en día es el parque de la Carcavilla, hasta la Huerta de Guadián.
Ya desde lejos al contemplar el monumeno llama la atención el abandono al que está sometido, donde debería haber césped tan solo hay tierra,desmejorando mucho la primera impresión visual que se tiene al contemplarle.

Si nos fijamos con un poco más de atención, vemos a simple vista como la base sobre la que se asienta el conjunto escultórico está dañada en diversas zonas, las cuales han sido remarcadas en la siguiente fotografía.
Y ahora ya sí comenzamos el análisis pormenorizado del estado del conjunto escultórico analizando cada una de las esulturas que le constituyen. En primer lugar, en la parte central del monumento, se observa una gran columna, en la cual se encuentra esculpido el rostro de una mujer.


Ya en esta zona se observan los daños que partes principales del conjunto escultórico poseen. En este primer caso su nariz está dañada faltando buena parte de ella, al igual que se aprecian daños en diferentes zonas de su rostro:
Continuamos el recorrido por la base de la escultura, y en su parte posterior lo primero que observamos es el escudo de la ciudad de Palencia.
El escudo se encuentra muy dañado faltando por completo uno de los castillos, parte de una de sus cruces y gran parte de la decoración externa del mismo:
 Al continuar observando el monumento desde su parte posterior, en su lado derecho, nos encontramos con un nuevo escudo:

 
En este caso no se aprecián daños en el interior de los motivos compositivos del escudo, pero sí en toda su zona externa. La figura del sol en su parte superior se encuentra dañada, al igual que los motivos decorativos del blasón exterior del mismo, y a su vez se aprecian daños en la zona superior que constituye la base del conjunto escultórico principal:


Regresamos a la parte frontal principal de la escultura, y a ambos lados de la columna central se observan dos figuras femeninas. Comenzamos a analizar el estado en el que se encuentra la situada en la parte izquierda, se trata de una mujer arrodillada la cual presenta daños de importancia, porque como se decía en un principio, no es que la escultura fuera diseñada sin brazos, sino que los brazos de la misma han desaparecido, se han arrancado. Esto se observa de manera muy clara cuando vemos la parte de la mano derecha que aun se conserva, y observamos como la fractura que presenta la misma es debida a un golpe. Si ahora nos fijamos en su brazo izquierdo, vemos como su brazo carece de mano, la misma de nuevo ha sido arrancada.


En la siguiente imagen se representa a grosso modo en línea roja las partes del cuerpo de esta primera figura femenina desaparecidas, desconociéndose si en su mano izquierda la misma podía sostener algo.



Continuamos analizando esta primera figura escultura femenina, y ahora la observamos desde su lado izquierdo, encontándonos lo siguiente:

En primer lugar se observan restos de pintura roja en su rostro, vamos a ver esa zona de la escultura desde más cerca:

Además de los restos de pintura, se observan de manera muy clara las grietas que aparecen en su brazo izquierdo y que alcanzan al antebrazo.

Si continuamos observando la escultura desde esa misma posición y seguimos descendiendo por la misma, esta vez nos encontramos de nuevo con más grietas que aparecen sobre los pliegos del ropaje de la misma:


También se observa la pérdida de un nuevo fragmento de la escultura:


Y al seguir descendiendo ya llegando a la plataforma sobre la que se asienta nos encontramos con más grietas y partes desprendidas:



En la siguiente fotografía aparecen los daños remarcados en rojo:


Para ir  terminando con esta primera escultura femenina vamos a observarla desde su lado derecho, con la Huerta de Guadián como telón de fondo.



Desde este ángulo se aprecian clarísimamente los importantes daños que sufre la escultura:


En primer plano se observan las grietas en su antebrazo izquierdo, contemplándose a la perfección el orificio en el que iba la varilla metálica que servía para entrelazar la mano izquierda con la muñeca, y se observa el daño que la escultura presenta en la parte del cabello situado sobre su frente:



Y para finalizar con esta pieza escultórica la contemplamos desde su parte posterior, donde se observan restos de pintadas en color azul sobre ella:



Tras analizar el estado de esta primera escultura, ahora nos centramos en la segunda escultura femenina que forma parte de la composición escultórica, la situada en la parte derecha de la columna central, que se encuentra en posición erguida.



A simple vista ya se observan importantes daños, en primer lugar se aprecia como otra vez falta parte del brazo y del antebrazo izquierdo de la escultura, y esta vez, si miramos más arriba, observamos como también falta la cabeza de la misma. En la siguiente imagen se ha trazado también de nuevo a grosso modo en líneas rojas ambas zonas desaparecidas:



Ahora nos desplazamos hacia la zona izquierda de su dorso observando lo siguiente:

En primer lugar vemos como la parte posterior de su toga se encuentra totalmente dañada, habiendo desaparecido una parte muy importante de la misma:



Si continuamos prestando atención, observamos grietas en la parte superior de la escultura, afectando a la zona superior de la espalda y antebrazo izquierdo:


Esos mismos daños remarcados en rojo:


En esta ocasión y otra vez podemos observar como también el brazo derecho de la escultura ha desaparecido prácticamente por completo:



Esta vez se observa el resto de la varilla metálica que proporcionaba sujección al mismo aún enlazada a la zona del hombro que sí que se conserva:




Si continuamos descendiendo hasta los pies de esta segunda figura femenina nos encontramos lo siguiente:



Los daños de nuevo son evidentes, partes dañadas y desprendidas de la toga, así como en la base de la columna y en la flor situada justo al lado del pie de la escultura:

Y por último vamos a observar esta figura desde su parte inferior derecha, desde donde podemos ver lo siguiente:



En primer lugar se observa la firma del escutor del conjunto escultórico funerario, se puede leer claramente "P. Ribas":



En segundo lugar se aprecian los importantes daños que la escultura también presenta en esta zona, daños de nuevo en la toga, en su base justo en la zona donde el escultor dejó reflejada su firma y en el pie derecho:



Si nos desplazamos un poco más y observamos desde otro ángulo su pie derecho, vemos como clarísimamente se encuentra dañado toda la zona de su talón, habiendo desaparecido por completo:


Daños en el talón derecho remarcados:



Una vez estudiadas las figuras femeninas representadas en el conjunto escultórico nos centramos en los laterales de la escultura, comenzando por su lateral izquierdo, el cual se encuentra decorado por una corona de flores, una palma y un lazo:


Esta zona también presenta daños, encontrándose afectado el lazo, la palma y el círculo que se encuentra en la parte inferior izquierda:


De nuevo en la siguiente imagen se remarcan las zonas dañadas en rojo:


Si ahora nos acercamos al lateral derecho del conjunto escultórico, observamos en la parte inferior derecha una zona también dañada donde se encuentra un orificio ciego circular:



Fijándonos con atención vemos que es la parte simétrica del acabado inferior del lateral izquierdo, por lo cual su reconstrucción resulta ya muy sencilla. En la siguiente imagen se han comparado ambas zonas para que se aprecie con total claridad:


En el lateral derecho se observa la representación de tres leones:


De manera frontal se observa como la cabeza del león central se encuentra muy dañada

En esta imagen se observan esos daños de manera mucho más clara:



Y aquí de nuevo remarcados en rojo:

Los daños de esta zona del conjunto escultórico no se limitan al león, en su parte superior se observan de nuevo grietas


Si ahora observamos desde el lateral derecho esa zona, vemos como la parte superior agrietada forma parte de la boca y la nariz de lo que parece ser un dragón o serpiente, que está a punto comerse a los tres leones:



En esta zona también se aprecian daños en la escultura, en concreto grietas situadas en el cuello del dragón:



Si nos alejamos un poco más, vemos como en muchos puntos la base del conjunto escultórico está dañada, y que se ha procedido a dar pintura gris oscura sobre grafitis (en lugar de haber procedido a su limpieza profesional como corresponde) y se han desprendido también zonas de la parte inferior vertical del monumento.





En la parte posterior central de la obra escultórica, justo detrás de la columna central. se encuentra una cruz. Toda esa zona ha sido cubierta con pintura gris para tapar grafitis que se habían efectuado sobre la misma, de nuevo una forma totalmente chapucera de reparar una obra de arte de estas características, ya que lo que se debe hacer es eliminar la pintura para devolver a la escultura su imagen original, no pintar encima, porque ahora lo que hay que hacer para realizar una restauración de manera profesional es retirar esa pintura gris y los grafitis que hay debajo de ella.

Para finalizar, hacemos referencia a la placa que se puede contemplar en la escultura y que nos proporciona más datos de su autoría, en la misma se puede leer:

Pelayo Ribas
Sta. Feliciana 11
Madrid.



Este es un ejemplo más del abandono absoluto al que se encuentra sometido el arte en la ciudad de Palencia, como si a los organismos competentes fuese algo que no les importara lo más mínimo, y al igual que en el caso del Cristo del Otero somos de nuevo los ciudadanos los que denunciamos este abandono públicamente, al igual que insistimos en el silencio absoluto de los responsables y de los partidos políticos en torno a la chapuza efectuada en el corazón del Cristo del Otero arrancando las teselas centrales originales que Victorio Macho colocó en el hace 84 años.

Para terminar esta es una reflexión para todos los paletinos y palentinas:
¿Cómo es posible que hayamos permitido que esto pase en nuestra ciudad? ¿Cómo es posible que tengamos verdaderas obras de arte totalmente abandonadas y dañadas? ¿Cómo es posible que se haya permitido la desaparición de elementos patrimoniales y ornamentales que permanecen en la memoria de todos nosotros como pueden ser el templete del Salón o el Arco del Mercado?
Una ciudad que olvida su pasado y destruye su patrimonio y cultura, destruye a su vez su futuro. En manos de todos está poner fin a esta situación y conseguir que Palencia vuelva a ser lo que fue.