En esta ocasión quiero referirme a lo que sucedió en el
pueblo palentino de Fuentes de Valdepero,
situado a escasos seis kilómetros de la ciudad de Palencia.
“El fin del mundo”, así era como los vecinos de Fuentes de
Valdepero daban la noticia al ver que una enorme nube de color rojizo se
aproximaba al pueblo. En aquel entonces Fuentes contaba con 751 habitantes y
521 casas.
Ocurrió a las dos y cuarto del mediodía del 12 de julio de 1.935, una enorme tormenta
de vientos huracanados atravesó por completo el pueblo recorriéndolo de norte a
sur y derribando todo lo que se encontraba a su paso.
Los primeros testimonios de lo que había sucedido se
referían a haber visto un gran incendio provocado por nubes de las que caía
fuego y que se dirigían a gran velocidad hacia el pueblo.
El efecto óptico era
debido a las grandes cantidades de polvo rojo que el tremendo viento levantaba
del terreno, haciendo cundir aún más el pánico en el pueblo y corriéndose la
voz entre los vecinos de que lo que se acercaba era el fin del mundo, incrementándose
el miedo mucho más cuando justo antes de que el huracán alcanzara el pueblo éste
quedó sumido en la casi absoluta oscuridad.
Los vecinos de
Fuentes, atemorizados por lo que estaban viendo sus ojos y el tremendo ruido
que se escuchaba desde cualquier punto del pueblo, corrieron a refugiarse bajo tierra, en las bodegas y en
los sótanos de sus casas, los únicos lugares que creyeron seguros para tratar de salvar sus vidas.
Los árboles cayeron sobre la antigua carretera de Santander
que transitaba por el pueblo quedando totalmente obstaculizada por los mismos.
Uno de esos árboles fue arrancado de raíz y terminó sobre el tejado de una de
las casas.
El panorama que se podía ver en el pueblo tras el paso de la
tormenta era dantesco, de las 521 casas, la mayoría construidas de adobe, 518
habían quedado totalmente destruidas, y los dos únicos edificios que habían
soportado la tormenta habían sido el castillo y la iglesia.
Los carros que se encontraban en las eras fueron elevados en
el aire como si de hojas de papel se trataran, uno de ellos voló 300 metros quedando
incrustado en el tejado de una de las casas.
En la iglesia el viento se abrió paso rompiendo una de sus
vidrieras y derribando la imagen de nuestra Señora de la Asunción, de dos
metros de altura, destruyéndola por completo.
Tras conocerse el desastre en la ciudad de Palencia salieron
de ésta el gobernador civil D.
Victoriano Maesso y los bomberos junto a la guardia civil y la cruz roja. En
los primeros momentos pudieron ver cómo no había una sola calle en el pueblo
que no estuviera cubierta de escombros, mientras que los vecinos trataban de rescatar
de entre las ruinas de sus casas a las personas que habían quedado atrapadas. Confirmaron
a su vez la muerte de un joven de 17 años de edad, llamado Tomás Pastor García,
estudiante del colegio de La Salle en Palencia. Su padre, Ezequiel Pastor, resultó
herido grave, al igual que Domiciano Calzado y Benito Pedrosa, este último fracturándose su pierna derecha. Estos
cuatro hombres tuvieron la mala suerte de ir a refugiarse bajo una tenada en los
corrales conocidos como de “Camino Husillos” que se desplomó sobre ellos.
Aun a día de
hoy, si nos acercamos hasta Fuentes de Valdepero, podemos apreciar junto al
antiguo trazado de la carretera de Santander restos de muros de adobe de las
edificaciones que fueron arrasadas por el huracán, como si sirvieran de recordatorio
de la catástrofe que aconteció en este pueblo palentino.